Me llamaste viejo un día
y me mire al espejo
vi arrugas en mi cara
y encanecido mi pelo;
a mis pies caminando
con pasos cansinos, lentos...
pero con risa burlona
también le dije al Espejo:
¿ qué me importa que mis pies
no caminen ya ligeros,
que haya arrugas en mi frente
y nevados mis cabellos
si mi espíritu se eleva
como un ruiseñor en vuelo
que quiere subir muy alto
y cantar a los luceros?
¡ no me importa que la vida
pasara en un momento
mi juventud sigue viva
en el sentir de mis versos
que en las almas cantarinas
Son voces de cancionero!
la ilusión de pequeño
siempre la guardo en el pecho
y quiero, como un jilguero
cantar alegre y contento,
a las Flores, al universo,
al sol, la luna, y al viento...
¡ a la vida porque es bella,
a mi porque soy abuelo!
no pienses que estoy viejo,
si desde siempre vivieron
dos amores en mis versos
y en mi corazón de niño
la primavera no ha muerto.
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